viernes, 23 de julio de 2010

un sueño simbolista

Estaba en una ceremonia religiosa, en un anfiteatro.
En el escenario, había una tarima. La puerta de acceso al lugar, estaba en el costado derecho de la misma.

En la tarima no había nadie y en la platea, justo detrás de la tarima y con plena visión de la puerta, parecía estar mi familia.
Al único que identifiqué con claridad, fue a mi hermanito. Pero la sensación era que estabamos todos. A mi hermanito lo vi claramente, porque de alguna forma, era el motivo que nos convocaba, o el agasajado. Y en un momento, yo le besé la cabeza, como suelo hacerlo.

Empezaban a llegar personas que todos los miembros de mi familia conocíamos.
Llegaba Yoel, mi amigo del jardín, con su papá, que en una época frecuentó a los míos.
Se sentaban al lado mío y yo me ponía a llorar.
Después venía más gente, que entraba al lugar en el mismo orden cronológico con el cual había aparecido en mi vida, aunque casi no me acuerdo de quiénes se trataba.

Cada persona que llegaba me angustiaba más. Los arribos eran como una cuenta regresiva.
Sí sé que llegaba Julia, con una presencia inquietante, como la de alguien a quien se le debe una explicación o una disculpa. E inmediatamente después, se asomaba por la puerta Ale, que me sonreía y por un instante me generaba una especie de bienestar cálido.

Entonces todo pareció suspenderse.

Faltaba aparecer algo o alguien. Yo seguía llorando, un poco por algo perdido, quizás nostálgica, pero también por otra cosa.
Lo que pasaba, los que estaban en ese lugar, eran simplemente una condición. Los seres del pasado y del presente, personificaban emociones, los elementos que constituían el estado en el que esperábamos.
La llegada de algo, importantísimo y totalmente ignorado, era inminente. Y sin embargo esa presencia terrible, ya estaba entre nosotros que no la habíamos notado y era la espera misma.





últimamente me pregunto, si los sueños son mensajes, mensajes de quién?

viernes, 2 de julio de 2010

Maeterlinck

`Estoy lleno de inquietudes y esta es una hora solemne.

Hablamos de la hora que ha dado el reloj, o del sol que se pone, a fin de procurar a nuestras almas el tiempo de admirarse y de abrazarse en otro silencio que el murmullo de los labios y del pensamiento no podrá turbar. Lo que decía su boca no se oía junto a lo que proclamaba su presencia. Iría con él a los límites del hombre, porque donde parece próximo a concluir es, probablemente, donde comienza el hombre, y sus partes esenciales.

No son muchos los que probaron que el hombre es más grande y más profundo que el hombre, y consiguieron fijar así algunas de las eternas alusiones que a cada instante encontramos en la vida, en un gesto, en una seña, en una mirada, en una palabra, en un silencio y en todos los acontecimientos que nos rodean.

La ciencia de la grandeza humana es la más extraña de las ciencias. Ningún hombre la desconoce, pero casi todos ignoran que la poseen. Es necesario vivir, porque no hay un acto, ni una palabra, ni un gesto que se escape a reivindicaciones inexplicables en un mundo en que hay muchas cosas por hacer y pocas que saber. Vivimos tan lejos de nosotros mismos. Del otro lado de nuestras agitaciones involuntarias, llevamos una existencia maravillosa, inmovil y purísima.

"Aprendé a venerar las cortas horas de la vida. Si creo haber perdido el día en miserables empresas y podés probarme que he vivido sin embargo tan profundamente...habrás hecho más que si me hubieras persuadido de salvar hoy a mi enemigo, porque habrás aumentado en mi la suma, la grandeza y el deseo de la vida y tal vez mañana sepa vivir con respeto.
Los grandes hombres no fueron grandes sino porque tenían la costumbre de abrir los ojos a todas las luces."´


- collage de "El tesoro de los humildes".